miércoles, 18 de enero de 2012

Acto II. El fulminante mordisco prohibido



Cada nota más tenue a la anterior y cada vez más unidos... 
La música se vuelve dulce en el ambiente y nuestros ojos tiemblan al mirarnos fijamente, muerdes tus labios y yo no puedo evitar acercarme...
Voy a besarte.

-Te Quiero.
Tan contundente y rotundo... me quedé paralizado y te abalanzaste sobre mi fundiendonos en un ardiente deseo desbocado, tus aguerridos labios desataban mis más bajos instintos.

No me podía controlar...
· · ·
-Esto nos golpeó de frente, ninguno lo esperamos pero ambos no lo podíamos negar... lamento no haberme atrevido antes.
-Cuando me abrazas me siento a salvo, en tus ojos y besos me quiero perder,
  ámame,
 como yo te amo.
-Deséame como yo te deseo.

 ¡Las puertas de mi alma están abierta para ti!...

Todo ante nosotros ardió en una lujuriosa provocación, nuestros cuerpos eran una hoguera que se humedecía entre pasionales gritos, caricias y besos, nuestras manos recorriendo cada rincón de nuestros cuerpos, aún unidas fuertemente mientras estoy sobre ti, nuestros ojos fijos y serenos, el brillo de tus dorados cabellos incrementa intensamente este frenesí...
 El calor de nuestros cuerpos ambienta esta fría noche de enero.
Las caricias, sus labios y la culminación de su voz.

C L I M A X

Habías sido todo cuanto soñé, tu aroma a jazmines impregnado en mi piel, tu sorprendente fuerza disimulada en toda tu fragilidad ha penetrado en mi corazón, 
¡no volveré a perderte!
Que no cese nuestro latir.


Pemíteme pues probar nuevamente de tus labios este jugo prohibído.



No hay comentarios: